La historia de los artistas Gene Luen Yang y Gurihiru que retrata Superman luchando contra el Ku Klux Klan publicada en España por la editorial Hidra se lleva el primer puesto en la categoría de mejor obra infantil y juvenil de los premios Harvey 2021.
Los superhéroes que han marcado la historia de los cómics siempre han luchado contra el crimen y el mal bajo todas las formas que la fantasía ha podido materializar. Pero por mucha ficción que mediara en la narrativa, la cultura siempre es un reflejo de las sociedades en las que se desarrollan. Por supuesto, las historias de Superman nunca han estado de espaldas a la realidad estadounidense, cuyas vivencias siguen estando marcada por el racismo y la xenofobia. El mítico superhéroe de DC Comic se enfrentó por primera vez a esta lacra social en el programa radiofónico transmitido en 1946 bajo el título El Clan de la Cruz Ígnea. Hoy, ha servido de inspiración para el cómic Superman contra el Klan (Editorial Hidra en España), ganador del primer premio Harvey al mejor cómic juvenil.
Es así como el autor Gen Luen Yang (American Born Chinese, Boxers and Saints, The Terrifics, New Super-Man) y el artista Gurihiru (Avatar: The Last Airbender, The Unstoppable Wasp) presentan su visión personal de cómo unos inmigrantes pueden encontrar su lugar en el mundo y el poder de la producción cultural para hacer frente a fenómenos sociales nocivos. En el epílogo de la obra, el guionista afirma que “hay quien opina que la derrota del clan de la Cruz Ígnea en el serial de Superman condujo a la caída de la imagen pública del Klan en la vida real. Tras ser retratados como un puñado de palurdos llenos de odio en un programa infantil, los miembros del Ku Klux Klan ya no volvieron a alcanzar el mismo nivel de respeto que tuvieron en el pasado”.
Hay quien opina que la derrota del clan de la Cruz Ígnea en el serial de Superman condujo a la caída de la imagen pública del Klan en la vida real
Gen Luen Yang

En el serial radiofónico original, el Clan de la Cruz Ígnea hacía referencia directa al Ku Klux Klan, y sus víctimas eran los integrantes de una familia chinoamericana recién llegada a Metrópolis, la ciudad de Superman. Roberta y Tommy Lee son los protagonistas que llegan al barrio chino de la zona y enfrentan las típicas dificultades de llegar a un lugar nuevo y diferente. Pero el nudo de la historia se desencadena una noche en la que la casa de los jóvenes es rodeada por el Klan y clavan una cruz en llamas en el jardín. Superman no tarda en acudir al rescate, para enfrentar la violencia racista, y cabe destacar que sus autores decidieron quitarle la capacidad de volar característica del Superman previo a 1940.
La mirada de los propios artistas es fundamental en la creación de este cómic 75 años después de la primera versión de esta aventura del Hombre de Acero. Gen Luen Yang es descendiente de inmigrantes taiwaneses y en su labor como embajador de literatura juvenil de la Biblioteca del Congreso, siempre promociona la literatura en la que la diversidad es una característica clave. Por otro lado, Gurihiru es el pseudónimo de dos artistas japoneses: Chifuyu Sasaki y Naoko Kawano. La historia está ambientada en 1946, y los ilustradores se encargaron de darle el toque retro de los años 40 para sumergir a los lectores en un perfecto viaje en el tiempo.
Superman VS The KKK, una infiltración real
La literatura y los cómics han sido en numerosas ocasiones instrumentos de denuncia. Lo que los medios de comunicación no publicaban debido a la censura o la falta de interés económico y/o editorial, salía a la luz bajo las licencias del arte. Las historias de superhéroes no fueron una excepción, y Superman acumula otra alegoría la realidad. Ya lo fue con las dolencias de Nabokov, y en esta ocasión es la historia real de un estadounidense que se infiltró en el KKK.
William Stetson Kennedy fue el primer norteamericano que entró en el Klan, para sacar a la luz pública los ritos que se realizaban dentro del Klan en un tiempo en el que, sin embargo, muchos de sus compatriotas miraban a la misma de otra manera, incluso con cierta simpatía. Se las ingenió para engañar a los supremacistas blancos y acabó formando parte de sus tenebrosos rituales: cruces ardiendo, túnicas y capirotes que parecían cubrir la ignominia, saludos fascistas, y un largo etcétera. Pasó un año entero arriesgado su vida dentro de la organización, recopilando información sobre la jerarquía, las funciones de los altos mandos del Klan para hacer llegar la información a la opinión pública, finalmente a través de Superman.